Intento entender cuanto y como afecta y ha afectado al Planeta Tierra lo que comemos, el cuánto, y, sobre todo, el cómo, qué tipo de agricultura es más saludable para el planeta.
¿Qué es la esencia de lo que haces profesionalmente?
Como investigador de cambio climático, intento entender cuanto y como afecta y ha afectado al nuestro planeta (en mi caso, sobre el Cambio climático) lo que comemos, el cuánto, y, sobre todo, el cómo, qué tipo de agricultura es más saludable para el planeta. Me preocupa y ocupa gran parte de mi tiempo, por ejemplo, ver cómo podemos producir productos de origen animal de la forma más respetuosa para el medio ambiente.
Cuando tenías 16-17 años, ¿qué querías ser de mayor?
No lo tenía muy claro, por no decir que no tenía ni idea. Realmente, sabía más bien lo qué no quería ser.
Por ejemplo, no quería hacer economía o carreras de las llamadas “de letras”. Dentro de lo que quizás me gustaba, aunque no tenía una idea muy clara, me gustaba mucho la Biología y me encantaba el inglés. La vena del inglés me llegaba principalmente a través de la cultura anglosajona: música, películas, etc…Por otro lado, no sacaba muy buenas notas por aquel entonces y realmente desconfiaba que pudiera sacar adelante una carrera de 5 años, y así tenía la impresión que lo más lógico era intentar hacer algo que pudiera tener algo de relación con la biología, pero que fuera una carrera corta y con mucha salida a priori (era una época en la que acabábamos de sufrir la depresión de la reconversión industrial en la margen izquierda de la Ria de Bilbao y las tasas de paro eran tremendas).
Como hacía bastante deporte y había hecho el curso de socorrismo, tenía una vaga idea que algo relacionado con el mundo biosanitario y quizás enfocado al deporte podría ser algo que encajaría en mi posible futuro. En esta línea, con 17 años mi idea era hacer algo como enfermería o fisioterapia.
¿Cual era tu experiencia escolar? ¿Qué asignaturas te gustaban más? ¿Qué intereses tenías?
La verdad que si he de ser sincero me acuerdo más del contexto escolar en el que me movía y no tanto de la parte de lo que aprendíamos (o trataban de enseñarnos).
El colegio donde cursé toda mi educación desde primaria hasta empezar la universidad ejercía mucha presión al alumnado. Esa presión “apretaba” cuando eras niño, pero al llegar a la adolescencia hacía que te “desengancharas” motivacionalmente con los conocimientos que estabas adquiriendo.
Yo recuerdo más como el colegio forjó en gran medida mi carácter crítico con la autoridad e hizo que, sin querer, se promocionaran aspectos de mi personalidad que tienen que ver más con lo “humorístico”, que con lo social o puramente educativo.
Era complicado en clases de 47 alumnos. Había asignaturas que me gustaban más, en concreto la Biología y el inglés (como he dicho antes). El inglés que recibía en el colegio no era especialmente bueno, pero iba a una academia a las tardes donde formamos un grupo muy unido de estudiantes alrededor de una profesora espectacular (Bego). La profesora daba en la clave de cómo motivar al alumnado.
Además, tuve la suerte que mis padres me apoyaron en esa en línea mandándome dos veranos en estancias en una familia en Irlanda. Allí, claro, me lo pasé muy bien. Vamos, el inglés no era tanto una asignatura para mí, sino un vehículo para mi felicidad adolescente.
¿Cuál era tu percepción del éxito? ¿Como elegiste y por qué? ¿Tenías una persona de inspiración o influencia que te ayudó a tomar la decisión?
Tenía una percepción por una parte un tanto infantil e inmadura del éxito: acabar en un trabajo, el que fuera, pero después de haber acabado una carrera universitaria.
Supongo que la figura del ingeniero sobresalía frente a cualquier otra profesión y la figura de deportista de élite era el sueño inalcanzable. Yo no me consideraba suficientemente constante como estudiante para alcanzar estas metas tan elevadas (la ingeniería), ni tampoco era lo suficientemente talentoso para finalizar siendo deportista de élite.
Luego tenía una percepción del éxito más idealizada que tenía que ver con personas que, a través del trabajo que amaban, aunque no fuera bien remunerado, podrían transformar el mundo. En esta segunda percepción entraba la carrera de Biología. La defensa del medio ambiente, el estudio de los animales, etc.
La carrera de Biología, sin embargo, tenía el estigma de “carrera paro”. Este estigma está bien avalado por las estadísticas, que mostraban como cada año salían mucho Biólogos de las facultades, pero la mayoría engrosaban las listas del paro o acababan haciendo algo totalmente no relacionado con la biología.
Así, mi elección de cursar la carrera de Biología en la UPV fue una mezcla de idealismo (me encantaba la asignatura Biología, pero conocía su destino más probable: el paro) y de realismo, en este caso, fue la única carrera que puse en mi elección de carreras que no tenía números clausus.
En cierta medida, no elegí inicialmente biología, sino que la Biología me eligió a mí.
De hecho, en mi elección, dejé como descargo que mi elección era circunstancial y que tras pasar un año cursando Biología intentaría acceder a mis carreras cortas de elección principal (enfermería o fisioterapia). Finalmente, el primer año me encantó de Biología y me quedé…
¿Tu trayectoria profesional desde la universidad? ¿Lo tenías claro?
En los 2 últimos años de la universidad es cuando empecé a pensar más en la parte de la especialización. Cada año tenía “mi asignatura favorita” y era donde pensaba que me llevaría mi carrera (Bioquímica, Fisiología Animal, Geología, Antropología física entre otras).
Tuve pensamientos de hacer la especialización de biología marina, por ejemplo. Sin embargo, finalmente opté por ser práctico en quedarme en una de las especializaciones que se ofrecían en la Universidad del País Vasco: finalmente cursé en mis dos últimos años una especialización que combinaba aspectos de estudio de la ecología con estudios de antropología humana.
Como no tenía un expediente super-brillante mi estrategia para entrar en un departamento fue intentar sacar muy buenas notas en la asignatura vinculada al departamento. Así, lo hice de ayudante de investigación en mi último año de carrera en un departamento de Antropología física (donde se estudiaba cómo de distintas son a nivel genético las poblaciones más aisladas del País Vasco frente a otras poblaciones).
Esta experiencia no fue muy positiva. No había buen ambiente y mis incursiones en el laboratorio fueron frustrantes.
Pero esta experiencia me enseñó 2 cosas sobre mí: no iba a sobrevivir en un departamento universitario y la biología de bata y laboratorio no era lo mío.
Fue en este momento al acabar la universidad cuando empecé a mostrar interés por hacer estancias de trabajo en el extranjero, por cambiar de aires, que tuvieran relación con trabajos en medio ambiente y que fueran en temas aplicados, especialmente en empresas. Para ello recuerdo pedir una carta de recomendación a una profesora que me había encantado su asignatura (Ecofisiología: o cómo funcionan las plantas a nivel ecológico). Ella (Carmen González Murua) me hizo la carta y además me motivó a pedir una beca para trabajar en un proyecto en su grupo.
El tema de la beca, aunque era para estar aquí, era aplicado, en un marco internacional (proyecto europeo), me parecía interesante y además era para estar en un centro de investigación agraria (antes SIMA), ahora centro tecnológico NEIKER (en colaboración con la universidad) y no la universidad (medir los gases que salen del suelo de las praderas pastoreadas por vacas).
Me dieron la beca, y esta experiencia me enganchó en el camino de la investigación. Me encantó a nivel de trabajo en equipo, donde había una especie de hermandad entre investigadores de diferentes edades y experiencias, y sobre todo, en relación a los objetivos del trabajo, que eran muy prácticos (conocer como un fertilizante puede afectar más o menos a las emisiones de gases de efecto invernadero de un gas denominado óxido nitroso). La experiencia combinaba trabajo de campo, invernadero, laboratorio y ordenador. Muy ilusionante para alguien que venía de rotular erróneamente miles de tubos “Eppendorf” con rotulador rojo para muestras de sangre. Oops.
Posteriormente a esta experiencia, aproveché el marco del proyecto europeo para hacer una estancia de medio año en Países Bajos y así aprender técnicas nuevas, en este caso ya no para medir en campo gases sino para desarrollar programas de simulación por ordenador que me permitieran estudiar la misma problemática, pero de forma más sistemática.
Esta especialización, bastante pionera en España en el ámbito de la agricultura y el medio ambiente, y el hecho que mi situación laboral no era lo estable que deseaba condicionó que aplicará a una posición en Reino Unido, para trabajar en North Wyke Grassland Research Institute, en uno de los mejores equipos de por aquel entonces. Allí estuve unos 6 felices años, muy motivado hasta que mi mentor se jubiló.
Allí es donde alcancé la visión que lo que hacía no sólo era interesante, sino que era muy importante para la sociedad. El contexto en el que se mueve un científico en el Reno Unido hace que sientas que lo que investigas es necesario y útil para transformar la sociedad en el ámbito que trabajas.
En mi caso, la ganadería de rumiantes y su relación con el medio ambiente.
Ahora, con la edad que tienes, ¿Crees que podrías haber hecho otra cosa o haber sido bueno en algo diferente? Dada otra vida, ¿elegirías otro camino?
No tengo ni idea. Quizás habría sido veterinario, aunque básicamente pienso esto a veces porque en mi trabajo actual tengo muchas lagunas de conocimiento básicas en este ámbito.
En realidad, no se me ocurre nada en lo que podría haber sido bueno o en el que habría estado motivado. ¿Quizás algo relacionado con la realización audiovisual? Siempre me gustó, aunque nunca fui lo suficientemente constante y posiblemente no tengo una buena visión estética para el desarrollo de este trabajo.
En un mundo sin dinero… Si pudieras ser lo que quisieras, ¿qué harías?
Creo que, en estos momentos, haría lo que estoy haciendo.
En un determinado momento de mi vida, me encantaba hacer edición de video y supongo, me encantaba el cine y la música. Como siempre eran hobbies, siempre los tenía idealizados, supongo que si se convirtieran en trabajo quizás no serían tan motivantes.
¿Que es lo mejor de tu trabajo? ¿Y lo peor?
Lo mejor es que es un trabajo muy creativo donde sabes cómo empiezas a atar cabos y numerosos conceptos que se interrelacionan, pero no sabes como acaba.
Lo peor, es la tiranía de publicar por el hecho de publicar y no perecer en la carrera del investigador. La mayor parte de las veces si tu trabajo no acaba en una publicación y una publicación del mayor impacto posible, entonces tu trabajo no vale para nada en tu carrera científica.
Desafortunadamente, hay un gran porcentaje de artículos publicados que nunca serán leídos por más personas que los propios autores y revisores.
¿Que es lo que haces a diario en tu trabajo? ¿Te hace sentir realizado?
Hago cosas muy variadas. Desde hablar, debatir y planear pasos a seguir en un determinado estudio en colaboración con otros investigadores, a escribir artículos donde intentas plasmar tu investigación. Redactar propuestas para optar a becas o ayudas a la investigación (por ejemplo proyectos europeos). Hacer cálculos para tus estudios, programar código en mis propios modelos de simulación, preparar presentaciones de mi trabajo, presentar trabajos a diferentes audiencias (otros investigadores, sociedad, sectores especializados). Preparar material de divulgación (videos, redes sociales), revisar trabajos o propuestas de otros investigadores, etc.
Hay días que sí te sientes realizado cuando has sentido que has tenido un avance en un determinado objetivo de investigación. Hay otros días que te da la sensación que has perdido tu día y reuniones vacías o temas que no han llevado a buen puerto.
¿Qué es el éxito? ¿Qué es el fracaso?
Es una de las preguntas del millón. Mi percepción sobre éxito/fracaso va madurando con el tiempo. Antes el éxito lo entendía como una especie de hito personal por el que uno era reconocido socialmente en los diferentes ámbitos micro-sociales en los que uno transitaba.
Ahora, cada vez, pienso más que es algo más subjetivo y personal, más íntimo. Algo que tiene que ver más con la honestidad de lo que uno hace e intenta hacer sin importar tanto el baremo que la sociedad te impone, sea a nivel general o a nivel científico.
El fracaso, por tanto, intuyo va en esa línea también. Una huida en busca de la autocomplacencia.
Nuestras elecciones de carrera: ¿Cómo tomar esta decisión? ¿Qué consejo le darías a un/una joven de 14-16 años?
No dejes que nadie apague tu intuición y el olfato. Acertarás de pleno.
Entrevista con Agustin del Prado, investigador de cambio climático en BC3