Mi trabajo es conocer a fondo los edificios, su pasado, su historia, cómo y porqué fueron construidos de esa manera, su evolución y modificaciones a lo largo de su vida. Detectar sus problemas, hallar las soluciones que mejor se adapten a cada uno de los problemas detectados, y ejecutarlas.

¿Cuáles tu profesión/ vocación?


Creo que lo primero que tendríamos que hacer es distinguir entre profesión y vocación. A lo mejor alguien tuvo la suerte de saber desde niño cuál era su vocación, a qué se quería dedicar de por vida, por lo que tenía un rumbo claro que seguir. En mi caso, como probablemente sea el de muchas otraspersonas, no fue así: yo soy arquitecto por elección.



¿Qué es la esencia de lo que haces profesionalmente?


Yo me especialicé, dentro de la arquitectura, en rehabilitación y restauración, es decir, detectar aquellas patologías o problemas que tienen los edificios existentes, solventarlos y devolverlos a la vida – en el caso de que estuvieran deshabitados o en desuso– o, como mínimo, mejorar sus condiciones de habitabilidad.

Por ejemplo: eliminar humedades, problemas estructurales, mejorarlos energéticamente o mejorar su accesibilidad. Rehabilito tanto edificios de viviendas como edificaciones históricas.


profesion arquitectura


Cuando tenías 16-17 años, ¿qué querías ser de mayor?


¡Yo quería ser de todo! ¡Necesitaría varias vidas para ser todo lo que quería ser! Tenía intereses muy variados por lo que había muchas carreras u opciones de futuro que me atraían, y algunas eran totalmente opuestas.

Por ejemplo. Yo siempre he sido muy “física”. Me encanta el deporte, no entendería mi vida sin él. Así que no es de extrañar que la carrera de INEF (ahora CAFD) me tentara. Dentro del deporte, me atraen especialmente aquellos deportes arriesgados, aquellos que generan adrenalina. Por eso la profesión de “stunt actress” o actriz de doblaje para escenas de acción me parecía como un sueño hecho realidad, pero no tenía ni idea de cómo llegar a ella. Incluso el ser actriz de doblaje normal (es decir, aquellas personas que incluyen sus voces en español a películas extranjeras) me gustaba, en concreto aquellas de dibujos animados en las que tienes que aportar la vida al personaje a través de tu expresividad y modular distintos registros de voz. Mi madre es periodista, y también esa opción me tentaba. Y como estos ejemplos, había muchos otros.


Cuando llegó la hora de elegir no lo tenía nada claro aunque sí me daba cuenta que yo necesitaría retos mentales constantes, aprendizajes técnicos y formación mantenida a lo largo de la vida.

Necesitaba una carrera que me permitiera continuar con mis ganas innatas de aprender y no perder la ilusión de seguir creciendo en conocimiento, por lo que finalmente descarté las opciones más “físicas”. El deporte lo reservaría para mis ratos libres. Siempre me ha encantado viajar y soñaba con estudiar fuera de casa, así que cuando llegó COU (actual 2º de bachiller) -como no lo tenía nada claro- empecé a buscar carreras que no existieran en Pamplona.

Mis opciones iban desde Ciencias del Maren Barcelona-, pasando por la Academia General Militar -en Zaragoza- hasta Criminología -también en Zaragoza-, es decir, que la horquilla era muy amplia.

Cuando les comenté a mis padres las carreras que estaba barajando me dijeron: “Hija mía, sois 5 hermanos, el mayor ya está estudiando fuera, y no nos podríamos permitir tener a dos hijos estudiando fuera a la vez. Estudia una carrera, la que quieras, pero que esté en Pamplona.”



Así que empezó el descarte y la última que quedó fue la de arquitectura porque, en cierta manera, me pareció que aunaba una parte científica o técnica (los cálculos, la construcción) con otra más humanista (el conocimiento de la historia de la construcción; de la historia de los edificios), por lo que podría encajar conmigo, con esa necesidad de crecimiento constante además de aunar a la vez varios de mis intereses.


Cual era tu experiencia escolar. Que asignaturas te gustaban más? Que intereses tenias?


En el colegio era una alumna aplicada y responsable, así que iba bien. Me encantaban Educación Física y Pretecnología, aunque también me resultaban muy interesantes (y más complejas) Lengua, Historia, Inglés, Matemáticas o Dibujo Técnico. Como ya he dicho antes, mis intereses eran muy variados, siempre he tenido ganas de aprender y conocer cosas nuevas: ¡son tantas las cosas que desconocemos, y son tan interesantes!


¿Cuál era tu percepción del éxito?


Es curioso porque creo que en ningún momento me planteé el éxito como “ser famosa” o “ser rica”. Con “éxito” me imaginaba a una persona muy válida, respetada en su campo y con cierta holgura económica, eso sí, pero no multimillonaria.


¿Tenías una persona de inspiración o influencia que te ayudó a tomar la decisión?


La opinión de mis padres siempre ha sido muy importante para mí. Aunque mi madre es de letras mi padre es de ciencias, Ingeniero de Caminos; ambos me animaron a inclinarme por una carrera técnica. Además en esos momentos la carrera de arquitectura estaba en auge; era el boom de la construcción y parecía que el mercado inmobiliario jamás pararía de crecer; por lo que la idea de estudiar una carrera con una salida clara, con posibilidades y sin nada de paro entonces, era francamente tentadora.



Influyó además el hecho de que mi hermano Miguel, que tiene 5 años más que yo, también estudiaba en esos momentos arquitectura. Siempre le he admirado porque además de ser un buen hermano es una excelente persona –y ahora, además, es un increíble profesional. Así que si él también la había elegido, no podía ser una mala elección.


Tu trayectoria profesional desde la universidad? Lo tenias claro? Que estudiaste?


Aunque Arquitectura fue la carrera que elegí por descarte, y he de admitir que el primer año fue durísimo (yo casi diría que inhumano), la verdad es que en seguida me di cuenta que dentro de las diferentes posibilidades que tenía la carrera, a mí lo que más me atraía era la parte de la misma relacionada con la construcción y la rehabilitación.



Me parecía toda una aventura apasionante el estudiar la historia, el pasado del edificio antes de actuar sobre él. Suponía todo un reto el averiguarcómo estaba construido y porqué, el intentar pensar como su primer constructor de cara a detectar los problemas existentes, sus causas y aportar una solución coherente y respetuosa con la historia del edificio, aunque con las mejoras técnicas actuales.

Por otro lado, recuerdo que estando en 2º de carrera y a pesar de que en esos momentos la obra nueva estaba totalmente en auge, pensé:

“Esto llegará un momento en el que se acabará, pero los edificios del centro de las ciudades, los edificios históricos siempre habrá que mantenerlos.

Así que opté por enfocar mi carrera en esa dirección. Al acabar la carrera hice un master específico en Restauración y Rehabilitación y eso me permitió entrar más a fondo en el tema.

Ahí fue cuando me di cuenta que había acertado con mi decisión: me encantaba.



Ahora, con la edad que tienes, ¿Crees que podrías haber hecho otra cosa o haber sido bueno en algo diferente?


Yo creo que mi don es el tener la capacidad de ilusionarme fácilmente y disfrutar con todo lo que hago. Aunque me toque un trabajo que no me apetece nada hacer, intento darle la vuelta para buscar algo dentro de él que sí que me motive y me llene de ganas de enfrentarme a ello.

Puede ser simplemente el hecho de aprender algo nuevo, por ejemplo. Esto me facilita mucho la vida porque estoy convencida de que hubiera podido elegir cualquier otra carrera o trabajo porque seguro que hubiera encontrado la manera de motivarme y disfrutar con ello. Y, por supuesto, cuando me pongo con algo me vuelco totalmente y mi objetivo es siempre hacerlo lo mejor posible, buscar la “excelencia” a todos los niveles.

Así que supongo que a base de mucho estudio constante, trabajo y esfuerzo, por supuesto, hubiera logrado ser buena en otro campo diferente al mío.


Dada otra vida, ¿elegirías otro camino?


Yo creo que si tuviera muchas vidas para vivirlas iría probando todas esas ilusiones que tenía cuando estaba estudiando en el colegio: INEF, stunt actress, actriz de doblaje, periodista, militar, científica, criminóloga,…

Estoy convencida de que en todas mis vidas disfrutaría de mis diferentes trabajos a tope.


En un mundo sin dinero… Si pudieras ser lo que quisieras, ¿qué harías?


Ahora mismo tengo dos sueños. Uno más particular y otro más general. Si no necesitara el dinero para vivir y pudiera centrarme sólo en desarrollar mis sueños creo que volcaría todos mis esfuerzos e ilusiones en ambos.

Soy de Pamplona, y mi ciudad es conocida por las fiestas de Sanfermin. Mi sueño particular es que Pamplona sea conocida tanto en el resto de España como internacionalmente no sólo por sus fiestas sino también por el increíble patrimonio fortificado que tiene.



Felipe II encargó en 1571 la construcción de la Ciudadela, la más antigua de España, y Pamplona (con la ciudadela, su cinturón amurallado y sus defensas exteriores que rodeaban la ciudad) se convirtió durante los tres siglos siguientes en una defensa de primer orden. La llamaron “la llave de las Españas” y era la ciudad más importante de España en la defensa frente a Francia. Hoy en día Pamplona aún tiene ¾ partes de ese recinto amurallado magníficamente mantenido y es visitable de forma libre: hay más de 5km de paseo alrededor del mismo. La Ciudadela, además, está inmersa en el centro de Pamplona, en un enorme parque verde que es el pulmón de la ciudad. En 2012 Pamplona obtuvo el premio Europa Nostra de restauración a sus murallas (que son como los “Oscars” de la restauración).

Durante las obras de restauración descubrimos tantas cosas y tan interesantes que me muero de ganas de contarlas, de transmitirlas.

Ahora mismo creo que los propios pamploneses no son conscientes del inmenso tesoro que tienen, que es suyo. Y mi sueño sería difundir el conocimiento de las murallas, de su historia, de sus anécdotas, de sus vivencias del pasado, de lo descubierto durante las distintas restauraciones; no sólo a los más eruditos o a los turistas que vienen a ver el recorrido del encierro de sanfermines y se encuentran sorpresivamente con esta maravilla patrimonial; sino también a los de casa: a los mayores, a los medianos y, sobre todo, a los más pequeños, porque soy una firme defensora de que sólo conociendo algo se puede valorar, lo que se valora se ama; y lo que se ama se respeta y se defiende.



Me encantaría ubicar a Pamplona en el mapa por ese valor propio que tiene en sí misma como ciudad, porque además de tener una calidad de vida excepcional, tenemos un patrimonio fortificado espectacular que debería ser conocido y valorado tanto nacional como internacionalmente.

Respecto a mi sueño más general, en cierta manera va íntimamente ligado al anterior, pero es un sueño más grande, a otra escala. Me maravilla la capacidad que tienen los peques de ilusionarse con todo, sus ganas de aprender, su avidez por descubrir cosas nuevas, sus ansias de experiencias. Cómo recuerdan aquello que les ha marcado y lo transmiten; cómo disfrutan y lo muestran abiertamente.

Yo soy una enamorada del patrimonio y ahora que me toca visitarlo con mis propios hijos, que están en una edad maravillosa de descubrimientos y de disfrute infinito con todo, echo en falta que haya más “patrimonio para niños”. Es decir, que haya visitas guiadas especialmente para ellos (con narraciones como si fueran cuentos, llenas de historias, anécdotas y aventuras –que las hay y son muchas!!-); que en los museos ellos también puedan seguir las exposiciones a su manera; que desde los coles se potencie ese amor a lo que es nuestro (porque el patrimonio es de todos) promoviendo excursiones e invitando a gente que les sepa transmitir aquello que van a ver.

Un niño que entiende lo que ve tiene una sensibilidad especial. Y aunque de mayor no recuerde aquello que se le contó cuando era un niño, esas buenas sensaciones, ese amor, admiración y respeto que nació ese día, tras esa visita que hizo en la excursión del cole, permanecerá siempre, por lo que cuando ese niño sea adulto amará, protegerá y, a su vez, transmitirá “su” patrimonio.


¿Qué es el éxito? ¿Qué es el fracaso?


Creo que la definición tanto de “éxito” como de “fracaso” van evolucionando y dependen de la persona, de sus circunstancias y de la etapa de la vida en la que esté.

Para mí, en estos momentos de mi vida, el éxito es sinónimo de equilibrio. Es decir, que yo consideraría que una persona tiene éxito si esa persona consiguiera compatibilizar en equilibrio (y sin estrés!) el trabajo (uno que le llenara o con el que se sintiera a gusto y que le permitiera tener aquellos ingresos suficientes como para vivir dignamente), la familia (hijos, pareja, etc), los amigos y las aficiones.

Respecto al “fracaso”, para mí alguien que ha fracasado es alguien que no ha intentado lo que realmente quería hacer o que se ha rendido antes de tiempo, antes de agotar todas las posibilidades que tenía.

Mi madre siempre dice: “Si no lo intentas, tienes el “no” por delante.”

Y no puedo estar más de acuerdo con ella. Para poder tener éxito, para poder llegar a ese “equilibrio”, las cosas hay que intentarlas, hay que lucharlas. Y si te caes, tienes que levantarte, aprender de los errores y tirar para adelante.

Hace tiempo leí un artículo que me impactó. Bronnie Ware, una enfermera australiana dedicada a ofrecer cuidados paliativos a pacientes terminales, decidió escribir un libro con los cinco principales remordimientos de aquella gente que sabía que su final estaba muy cerca.

El primero está directamente relacionado con el concepto de “fracaso” que yo tengo. Era:

Quisiera haber hecho lo que quería y no lo que otros querían que hiciera.

Y es que, en sus últimos momentos y echando la vista atrás, a los enfermos terminales no les importaba las veces que se habían caído durante su vida, sino el no haber intentado sus sueños, aquello que realmente hubieran querido hacer. Los otros cuatro remordimientos, a su vez, van directamente relacionados -desde mi punto de vista y de cómo lo interpreto yo- con el antónimo del fracaso: el “éxito”. Estos eran:

“Ojalá no hubiera trabajado tanto”; “Lamento no haber dedicado tiempo a los amigos”; “Debería haber expresado mis sentimientos”; “Me arrepiento de no haber sido más feliz”.

Si se lograra el equilibrio, en la vida se trabajaría lo necesario que permitiera compatibilizar el tiempo existente con la familia y los amigos (y ambos son el mayor tesoro que tenemos en esta vida, y tenemos que mimarlos). Con una vida en equilibrio la consecuencia directa, para mí, sería la felicidad.


¿Que es lo que haces a diario en tu trabajo?


Mi trabajo, en resumen, es conocer a fondo los edificios (su pasado, su historia, cómo fueron construidos de esa manera en concreto y porqué, su evolución y modificaciones a lo largo de su vida), detectar sus problemas, hallar las soluciones que mejor se adapten a cada uno de los problemas detectados, y ejecutarlas.



¿Te hace sentir realizada?


La verdad es que esto supone un reto constante porque, bajo estas premisas, no hay dos edificios iguales. Por lo que hay que enfrentarse a ellos con la mente abierta, dispuesta a aprender y a dejarse sorprender. Sin ideas preconcebidas. Para evitar que nos influyan y nos lleven a aplicar soluciones más estándar que tal vez no sean las más adecuadas en ese caso en concreto, pero teniendo muy presente todo el bagaje acumulado tras muchos edificios rehabilitados, que siempre es positivo.

Es un trabajo que me encanta aunque hecho de menos el no poder transmitir o compartir los descubrimientos curiosos, cuando se dan (sobre todo en obras patrimoniales).


Que es lo mejor y lo peor de tu trabajo?


Lo mejor es el recuperar un bien del pasado (tanto si es un edificio de viviendas como si es patrimonio) y devolverlo a la vida o -como mínimo- mejorarlo y darle un uso de una forma respetuosa, práctica y eficiente.

El saber -como sucede en el caso de las viviendas– que gracias a tu trabajo las familias que lo habitan han mejorado considerablemente su calidad de vida,… esas sensaciones son impagables.

Y lo peor? ¡Que tener “éxito” es muy difícil! –me refiero al “éxito” desde mi punto de vista, entendido como “equilibrio”.

Arquitectura es una carrera muy bonita pero muy exigente también.

Las normativas están cambiando a diario y hay que conocerlas y leérselas todas para poder justificar convenientemente los proyectos (y hablamos de normativas locales, forales y estatales, por lo que se multiplican por tres!); surgen constantemente nuevos programas que hay que aprenderlos e implementar en el día a día; hay innovaciones de materiales e innovaciones tecnológicas constantemente, por lo que hay que estar al día con todas ellas y para poder prescribirlas en tus proyectos antes debes de conocerlas y saber cómo se ejecutan de cara a dar las indicaciones pertinentes en obra. Y todo eso, hacerlo compatible con el sacar el trabajo adelante (que supone dibujar planos, redactar memorias justificativas, desarrollar presupuestos,…); atender a los clientes existentes (con todas sus dudas y consultas, que suelen ser muchas) y buscar trabajos nuevos (redactar ofertas solicitadas o buscar y presentarte a concursos).

Es decir, ¡que podríamos llegar a invertir las 24h del día y aún así quedarnos cortos de tiempo! Además, como es un trabajo tan interesante y siempre hay tanto que hacer (si no es desarrollar un proyecto hay que ponerse al día con alguna normativa o programa nuevo) genera cierta adicción y resulta francamente difícil lograr ese equilibrio tan ansiado entre el tiempo dedicado al trabajo, a la familia, a los amigos y a las aficiones (que hay que tenerlas, siempre!! En mi caso, por ejemplo, las dos más importantes serían el deporte y la lectura).


Nuestras elecciones de carrera:¿Cómo tomar esta decisión? ¿Qué consejo le darías a un/una jóven de 14-16 años?


A un/una joven de esa edad le diría lo mismo que le diría a mi “yo” del pasado, a mi “yo” del colegio si ahora tuviera la posibilidad de viajar en el tiempo y hablar conmigo misma. Lo primero que haría sería transmitirle un mensaje de positivismo y tranquilidad.

Le diría: “Tranquila, no te agobies, porque elijas lo que elijas acertarás. Y con “acertarás” no estoy diciendo que tu actual elección será lo que hagasel resto de su vida, ¡no!

Una de las maravillas que tiene la vida es que es cambiante, así que lo que quiero decir con “acertar” es que todo lo que hagas sumará en tu vida, la construirá, creará un bagaje que te aportará un valor añadido, independientemente de la dirección que vayas emprendiendo. Tu misma irás modificando o readaptando conforme pasen los años.


elegir carrera


Analiza los pros y los contras de aquellas opciones que te estás planteando. Analízalas con la cabeza, con el corazón… ¡y con el estómago! ¿Y cómo se hace eso? Túmbate, cierra los ojos y relájate. Imagínate desarrollando, una a una, cada una de las opciones que estás barajando. Imagínate un día trabajando en eso con todo lujo de detalles. ¿Cómo te sientes? ¿Qué sienten tus “tripas”? ¿Sientes ese dolorcillo, esa especie de mariposillas de emoción, de ilusión? Pues entonces vas por el buen camino, esa elección te gustará.

O, por el contrario, ¿te duele el estómago y no sabes por qué pero estás incómoda, no te sientes a gusto? Elimina esa posible elección de tu lista: tu estómago te ha hablado.

Nuestras “tripillas”, si las escuchamos, nos pueden aportar mucha información, aquella de la que no somos conscientes. Saben antes que nosotros qué es bueno y qué no, por eso es necesario escuchar a nuestro cuerpo: siempre nos da pistas.

Todo suma

“¿Y si después de un año o dos estudiando algo me doy cuenta que no me gusta, no me llena y no quiero trabajar de ello? ¡Me equivoqué y he perdido dos años de mi vida por eso!” No. Entonces tomaste una decisión meditada en base a la información que tenías en esos momentos, así que no tiene sentido que nos critiquemos por algo del pasado. Entonces lo hiciste lo mejor que pudiste y supiste. Aquello que has estado aprendiendo estos dos años te aporta un conocimiento, un bagaje que siempre te puede venir bien en un futuro y que te hace la persona que eres hoy. Todo suma.

Busques lo que busques -tanto en esta decisión como en las decisiones que tomarás a futuro a lo largo de tu vida– asegúrate de que tu elección comparte tus valores morales, tus principios fundamentales: la integridad, la honestidad, la honradez, la empatía, el agradecimiento, la amabilidad, el respeto,… Porque, aunque tal vez tu cabeza en un momento dado te convenza de que la elección que vas a tomar es la buena (por cuestiones económicas, por ejemplo), el estómago y el cuerpo, se encargarán de mostrarte la verdad una y otra vez si vas en contra de tus principios fundamentales: no sabrás lo que te pasa pero no estarás cómoda, tu ilusión se apagará, e incluso empezarás a tener molestias físicas: dolor de estómago o malestar general, por ejemplo.

No existe el trabajo perfecto porque incluso algo que nos encanta siempre tendrá partes que nos toque hacer que no nos gusten y tendremos que hacerlas sí o sí. Por lo que incluso más importante que el conocimiento adquirido será la actitud con la que emprendas todo lo que te propongas en la vida.

Con una actitud positiva lo bueno se convertirá en magnífico y lo malo en algo aún pendiente de superar, pero que superarás, sin duda alguna. Además, cuando lo hayas superado te servirá para aprender, para extraer conclusiones que te ayudarán a no volver a caer en algo similar.

Ante un problema no busques culpables, busca soluciones.

Aunque parecerá que le faltan horas al día para hacer todo lo que quieres hacer, no te olvides de lo más importante en la vida: tus seres queridos y tus amigos. Reserva tiempo para ellos. A diario. Tal vez haya días que sólo puedas dedicarles un par de mensajitos o una llamada, pero demuéstrales que les tienes presentes, que les quieres: díselo, dales un abrazo, un beso, ¡lo que tú prefieras!; pasa tiempo con ellos.



Las alegrías –si son compartidas– se multiplican, saben mucho mejor; y las penas son más llevaderas, parece que pesan menos al contarlas y liberarse, en cierta manera. No somos superhéroes, nadie. Habrá momentos duros, difíciles de lidiar en soledad. Apóyate en tu familia, en tus amigos.

Y si –a pesar de todo su apoyo- no consigues remontar, pide ayuda. Pedir ayuda es de valientes.

No pierdas a la niña que hay en ti

Nunca pierdas a la niña que hay en ti, mantén intactas tu ilusión por la vida, tu capacidad de emocionarte, tus ganas de aprender, tu alegría innata, tu pasión por descubrir y disfrutar de cosas nuevas cada día.

Mantén los ojos abiertos porque las oportunidades pasan delante de nosotros, a diario, pero hay que estar receptivos ante ellas o no las veremos y se nos escaparán.

Soñar en grande está genial pero divide tu sueño en cachitos, en pedacitos que te permitan ir consiguiéndolos poco a poco. Te sentirás orgullosa de tus pequeños logros y te animarán a creer en ti misma y a seguir adelante.

La vida es como un precioso viaje en tren con el que vamos avanzando a través de un paisaje espectacular, con sus días soleados y sus días lluviosos también.



Todos esperamos llegar hasta una parada muy lejana, que aún no podamos ni siquiera ver, pero lo cierto es que tal vez el final del trayecto no esté tan lejos como creamos, así que disfrutemos del viaje. Hagamos que merezca la pena, que nuestro viaje tenga sentido.

Que el día que nos comuniquen que nos acercamos a la última estación, sonríamos al girarnos y comprobar que nuestro tren va repleto con nuestra familia y amigos, que nos han ido acompañando incansablemente a lo largo de todo el recorrido; que nos demos cuenta que todas esas paradas intermedias, que al principio no las entendíamos y pensábamos que nos retrasaban y entorpecían, en realidad era paradas necesarias para reponer fuerzas, para almacenar nuevos víveres para el resto del trayecto y tal vez –incluso- hasta para cambiar el sentido de las agujas; que podamos echar la vista atrás y nos quedemos satisfechos al recordar a todas esas personas para las que en algún momento tú has marcado la diferencia, tú les has apoyado, tú has sido ese hombro sobre el que han llorado o la persona que han elegido para compartir sus alegrías.


book a life


Ese día, al bajar del tren, te estarán esperando, felices, todos tus seres queridos que llegaron a esa última estación antes que tú. Haz que cuando te pregunten: “¿Qué tal el viaje?” Puedas responder con una sonrisa de oreja a oreja: “Wow, mereció la pena.


Entrevista con Marta Monreal Vidal, la arquitecta & gestora de restauración